De los pocos momentos de lucidez que mi
abuela tuvo a lo largo de su padecimiento con Alzhaimer, musito una frase que
se convirtió en la semilla que motiva las justificaciones, interpretaciones,
explicaciones y actuaciones de mi vida: Nunca encontraras lo extraordinario si no te
esmeras por conocer lo ordinario.
Tener sueños y
aspiraciones es común para cualquier persona, sin embargo los significados de
estas palabras crean más confusiones que proyectos de vida. Aspiramos oxigeno constantemente
de manera automática, la mayoría de nosotros sin esfuerzo, por ello no dimensionamos
la importancia de la respiración. También creemos que las acciones voluntarias
son las únicas que afectan el recorrido de la vida. Algo parecido ocurre con los
sueños, siempre son recordados como imágenes aleatorias que se interpretar
libremente, pero que poco o nada definen nuestras formas de vivir.
Cuando algunos pocos lograr sus metas se
dice que fue gracias a la buena suerte, restando toda importancia a los
esfuerzos, disciplinas, privaciones, desilusiones, terquedades, aprendizajes,
angustias y soledades por las que tuvieron que transitar. La buena suerte sonríe
a aquellos que superaron todas estas situaciones. Esta diosa, de las cumbres de
lo extraordinario, no es otra cosa que la unión entre la vigilancia atenta de
los problemas y la capacidad de identificar las oportunidades. Es la comunión
entre la actitud de auto-preparación con la oportunidad, sumada a una superación
atenta de los obstáculos. La buena suerte es la oportunidad que está contenida
en cada tropiezo de la vida.
Siempre hay algo extraordinario acechando a
la sobra de lo rutinario. En las conversaciones de la vida diaria compartimos
inquietudes y desafíos que derivan en relatos que dan claridad a los laberintos
de los pensamientos personales. Sin embargo, desenmarañar la madeja de las propias
creencias depende de la disposición para hacerlo. Para esto, es conveniente
acercarnos a entornos que admitan charlas sin restricciones, porque ensanchan
las expectativas de nuestras circunstancias y nos ayudan a tomar consciencia
sobre las oportunidades ocultas.
Existen entornos que inventan obstáculos (burocráticos),
existen otros que aportan las herramientas para superarlos (empresariales),
pero hay otros tantos en los que se cultiva el pensamiento crítico, donde la
recursividad es un medio de acción y las soluciones aparecen, incluso, en las
circunstancias más adversas.
Ahora están floreciendo ambientes, círculos
solidarios en los que se pueden aprender nuevas formas de entender los infinitos
escenarios de la realidad, a desarrollar un pensamiento crítico y contextual
que obliga a no quedarse con una sola forma de explicar, sino a cambiar los
puntos de vista para construir soluciones. En estos entornos se admira más la
capacidad de desarrollar nuevas ideas, que los títulos universitarios o los
ingresos abultados. Aquí la normatividad burocrática y empresarial no es
material necesario para enfrentar la vida.
Para un desarrollo orgánico y fluido de los ambientes
solidarios es necesario desarrollar tres aspectos fundamentales: 1. Crear una
red de tutores, es decir, estar en contacto con personas especializadas en los
temas de interés, para identificar fortalezas y debilidades y así, usar la
energía y el entusiasmo de manera adecuada; 2. Consolidar una red de colaboradores
que compartan y comprendan los objetivos deseados, ya que esto facilita el compromiso
y dedicación necesarios y; 3. Implementar un plan de financiamiento que no se
limite exclusivamente al endeudamiento.
En los ambientes solidarios abundan las
personalidades que definen claramente los filtros éticos que regulan sus
acciones. 1. Hacen tamizaje de lo correcto e incorrecto en cada una de las
circunstancias, porque la búsqueda de soluciones depende de entender las
virtudes y desventajas de los diversos escenarios de la vida. 2. Están en
permanente estado colaborativo, pues diferentes especialidades y experiencias
ayudan a aclarar inquietudes en campos muy diversos. 3. Aceptan con facilidad
lo diferente y lo extravagante, ya que comportamientos fueran de lo ordinario
traen consigo puntos de vistas novedosos e inquietantes, los cuales son esenciales
en la búsqueda de soluciones.
Debemos
desarrollar una cultura intrépida, donde el fracaso sea algo ordinario, sin
trascendencia, y la superación de todo obstáculo sea lo extraordinario. Que la
fuerza de la costumbre no disminuya la importancia de tus metas y que tú
disciplina fortalezca tu capacidad de soñar.
¿HAS TENIDO LA OPORTUNIDAD DE CONVIVIR EN ESTOS
AMBIENTES?
¿CÓMO PIENSAS QUE PODEMOS CONSTRUIR AMBIENTES CON ESTAS
CARACTERÍSTICAS?
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