jueves, 31 de enero de 2019

CORAZÓN ROTO


Se escucha una voz que no deja de insistir que su corazón está roto en cuatro partes, dividido radicalmente en sus cuatro cavidades. Dos espacios ansian estar llenos pero instantaneamente se vacían por los otros dos. Las auriculas sacan el mayor provecho del amor que entra por el movimiento de la diástole y los ventriculos reducen el sufrimiento por el esfuerzo de la sístole al tiempo que alimenta la esperanza porque el ciclo se repetirá. La auricula derecha, la valiente, corresponde al amor que abandonó; la izquierda, la emancipada, busca el amor de sus padres; el ventriculo derecho, el mesquino, se niega incondicionalmente a todo; el izquierdo, el bondadoso, palpita por sus hijos.


¿Y es que acaso nunca entregaste tu corazón completamente? Siempre se entrega plenamente a madres y padres cuando estan junto a ti, cuando se depende de ellos. Se divide en dos cuando la pasión te impulsa, cuando la oxitocina te hace vibrar por la piel sudorosa que se une a la tuya, cuando descubres que comiezas a depender de un extraño. Te das cuenta que se divide en tres en el robo de tus pecados y te desesperas por las vibraciones que dejaste de sentir. Aceptas que el viejo desconocido se escapo de tu comprensión. Ahora ese espacio debes preservarlo para ti. Florece un acontecimiento inimaginado: debes depender sólo de ti. La alegría de la cuarta división es por la perdida de sueño y la angustia por la tos nocturna de una nueva vida. Un hijo lo llena todo, pero al trancurrir del tiempo te das cuenta que corresponde sólo a una parte.

Pero que el corazón se divida para amar a cada quien como corresponde no significa que se rompa en cada uno de sus pedazos.
—Madres y padres mueren y el latido disminuye su potencia. Aparece la primera fractura, sangre y oxigeno mantienen niveles aceptables. Pierdes el amor pasional y te acostumbras al amor acólito. Tras la segunda grieta en tu torrente ya no circula serotonina, es la misma sangre con escasa dopamina. Peleas por proteger tu posesión, el tercer quiebre es inevitable. Tu amor por ti se hace añicos, desaparecen las fuerzas para fingir una sonrisa. Queda el eslabón infranqueable de los hijos, descubres que sus corazones se dividen en dos, hay menos para ti. ¿Reconoces que mi corazón está roto en cuatro partes?
Eso no te lo voy a discutir. Aquí se han suturado muchos corazones como el tuyo y salen como nuevos. Al regresar explican con soltura la diástole y la sístole: a veces es placentero estar lleno, otras tantas es suficiente estar vacío.

miércoles, 9 de enero de 2019

RUEDA DE PRENSA



—Buenos días, ¿puede contarnos sobre su experiencia en cautiverio?

—Gracias por su interés en lo que pasó. No sé si prefiere que hable sobre el deterioro del alma o que me refiera al sentimiento que supera la esperanza y que es un acompañante permanente o que explique por qué surge el síndrome de Estocolmo o que describa la precariedad del lugar que ocupé o que recuerde las personas que me maltrataban y cuidaban, cuya única convicción era seguir órdenes.

Si le parece bien prefiero hablar de lo que sucede después del cautiverio. Cuando regresé al seno de mi familia entendí la expresión “mundos paralelos” porque los obligados a vivir en ambos mundos nos enfrentamos a la limitación de los significados de las palabras y a no poder usarlas con el tono y el contexto adecuado. Otra cosa son los sentimientos de las personas que nos quieren, por alguna razón su sufrimiento es mayor que el nuestro, incluso terminamos por ser culpables de ello.

Pienso en las veces que he escuchado “ya no eres el mismo” ¿es un juicio, es resignación, es una afirmación que, a falta de comprender de lo que pasa, es preferible al silencio? ¿por qué el silencio es más ofensivo que las frases cliché que aparentemente trasmiten los sentimientos del momento? No encuentro razones para aceptar que nuestros sentimientos son más importantes que los de los demás, tampoco que me hagan responsable por ellos y mucho menos que me pidan explicar aquello que no entiendo.

Olvidamos, tal vez, lo más importante para comprender y explicar el cautiverio: el tiempo. La compresión sólo surge con el paso del tiempo. Para comprender es necesario olvidar y recordar. Solamente sabemos lo que hemos olvidado cuando lo recordamos. Ahora, no es sólo recordar el dolor sentido en el cautiverio, sino recordar también los pensamientos que ayudan a cualquier secuestrado a mantener la cordura. Pensamientos que en ese momento son recuerdos de las cosas bellas que se viven en el pasado y que reconfortan en la oscuridad del limbo que se siente al estar secuestrado.

Espero no haberme desviado de la pregunta inicial y confío que mi testimonio esté a la altura de la importancia que ustedes generosamente han dado a este encuentro. ¡Muchas gracias!

—No más preguntas.

¿SABES QUE SENTIMIENTO SUPERA LA ESPERANZA Y AYUDA A SOPORTAR EL CAUTIVERIO?
¡TU OPINIÓN ES IMPORTANTE!