Por la premura de la época actual es difícil descubrir la diferencia
entre el color de la luz del lunes y la tonalidad del viernes, o, cuántos
matices puede tener la noche del domingo, o, cómo podemos ver la riqueza
cromática de la oscuridad. Al mismo tiempo se acepta que el día y la noche son
dos polos opuestos que tienen normas a las que hay que respetar, placeres con
los que no es conveniente obsesionarse e inseguridades que es necesario enfrentar.
Pero el cómo, el para qué, el cuándo y el porqué de todas estas
responsabilidades son preocupaciones que divagan en nuestras cabezas y las
intentamos conjurar con soluciones a medias y llenas de suposiciones.
Estas ansiedades tienen su origen en las ideas que confeccionan
llamativos vestidos para disfrazar la realidad. Por su crudeza se disminuyen
nuestros deseos y esperanzas, pero la mente, en su proceso natural, busca
atajos, se ilusiona e idealiza todo lo que se escapa de aquella. Pensar es un proceso
que ambiciona renovar significados y conocimientos para darle forma a otros
placeres. Sin embargo, tendemos a tomar el placer como la realidad misma, como
si la vitalidad de vida dependiera de eludir el peso acumulado en ella. Por esta
razón, la rutina está atravesada por inseguridades que, aunque sean superadas,
se transmutan en prejuicios que no permiten descubrir nuevas perspectivas para enriquecer
la vida. Además, si se suma el estrés, la obligación ciudadana y el hedonismo
desmedido se aumenta el detrimento de las bondades que ofrecen la curiosidad y
el descubrimiento.
Todos estos
padecimientos revolotean en la mente del profesor Michael Maffesoli, quien
dedicado a desentrañar las encrucijadas de la vida cotidiana, se embarca en
discernir sobre las particularidades, disputas y relaciones de las infinitas
intenciones que se entrelazan en el mundo social. Su análisis aspirar a comprender todo lo que tiene
sentido para la vida pero que no tiene una finalidad en si misma.
La empatía estereoscópica parte
de la premisa de hilvanar la experiencia psicológica individual con la vivencia
en el ambiente social, es decir, se busca cómo el comportamiento habitual coincide con las
justificaciones que tienen las comunidades para explicar cada situación, de
manera que los significados tradicionales, al sentirse vulnerados por cada
nuevo conocimiento, evidencian sus
limitaciones para ofrecer interpretaciones suficientemente amplias que
involucre las intenciones y demandas de los sistemas político, económico, laboral
y cotidiano.
Por tanto, las ideas que tenemos sobre la vida son matizaciones, pequeños haces de luz que se difractan para revelar fragmentos de belleza, líneas que
guían nuestras percepciones hacía limites angostos. Ver los componentes de la luz
requiere de disposiciones mentales, voluntades inconformes y especialmente
observaciones pausadas. Si bien la ciencia enseña a descomponer un rayo de luz,
su proceso es la metáfora perfecta para entender que todo lo que atañe a la
vida está compuesto de infinitos elementos que actúan coordinadamente, y que la
sobrevaloración de unos sobre otros depende del prisma con el que mire.
En la luz no existen los colores primarios y secundarios, en ella
predomina una armonía de espectros y combinaciones, que en su acción natural se
convierte en sustancia esencial para la vida. Del mismo modo, la realidad la
separamos en muchas realidades discordantes e incluso antagónicas. Las
preferencias por alguna de ellas se cimentan en caprichos disfrazados de bondades.
Todas las posibles realidades son equivalentes y sus legitimaciones dependerán
de los grados de aceptación y espontaneidad en cada una de ellas. Así, algunas
de ellas serán naturales mientras otras más serán inventadas.
La vida lucha por vivir
más. Su fuerza de batalla se nutre con cada nuevo aprendizaje. Aprender es
adaptarse a la contingencia. Cuando el hábito retoza plácidamente en el
equilibrio, la innovación salta inquieta, pero al alcanzar la armonía,
improvisa caminos en búsqueda de
novedad. Si la contingencia es la materialización de lo impensado, la
improvisación es la primera línea de defensa de la vida. Toda realidad catalogada no es más que un punto de vista
intenso y serio porque está en juego la baraja de los sentimientos. La realidad
sólo importa cuando tiene dolientes.
¿SABES CÓMO AMPLIAR TUS HABILIDADES DE
IMPROVISACIÓN?
Has click en comentarios
¡¡Y HÁBLANOS SOBRE ELLAS!!
El prisma se puede describir como el Arcoíris de la vida; que color se escoge para vivir. Esto puede depender del ojo observador, del ángulo en que estés, que color se ve de primero y que color se ve al final del arcoíris. Puede también depender del estado de ánimo del observador, si la luz da más brillo a este color. La simultaneidad brinda la capacidad de explorar, de descubrir opciones que llevan a planear estrategias de supervivencias (contingencia), pero esto a su vez no es fácil, no todo sale según lo planeado y se recurre a la opción de improvisar y a esperar la luz al final del túnel.
ResponderBorrar“Soy ciego a los colores. Por eso uno de mis símbolos favoritos es el pavo real, en cuyas plumas se unen todos los colores en armonía”.
ResponderBorrarMichael Jackson